Declarado “Patrimonio Mundial por la UNESCO” en 1993, la Misión Jesuítica Jesús de Tavarangue es considerada como una reducción incompleta, inacabada ya que nunca fue terminada de construir por la expulsión de los jesuitas en 1767. La iglesia se destaca por su grandiosidad, y proyectaba ser una de las iglesias más grandes de la época.
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